Carmen es una mujer de 62 años. Ha ido al médico porque nota que su abdomen está hinchado. Siempre ha tenido algo de barriga, pero últimamente parece que ha crecido. Mónica es una mujer de 55 años. Ha empezado a notar un dolor punzante en la zona que ella refiere como “del ovario izquierdo”. El dolor cada vez va a peor. Ya está desesperada y va a ir a urgencias, porque no sabe qué hacer. Beatriz es una mujer de 68 años. Desde hace unas semanas nota que nada más empezar a comer el estómago se le llena, y está perdiendo el apetito.
Ya le han prescrito un protector gástrico, pero no le vale para nada. ¡Vea el video completo, y aprenderá a distinguir los síntomas del cáncer de ovario, para que, en caso de padecerlo, lo pueda sospechar cuanto antes! ¡Vamos a ello! Entremos en materia de los síntomas del cáncer de ovario. porque al estar dentro del abdomen y no producir sangrado hacia el exterior, cuando da síntomas suele haber crecido mucho.
Si está limitado al ovario, pueden darse varias formas de presentarse. Veámoslas una por una. En las mujeres que llevan a cabo sus revisiones periódicas, con la ecografía que les hacen en la consulta se puede ver si sus ovarios están sanos. Algunas veces se observan quistes grandes o masas en uno de los ovarios, lo que requiere hacer más pruebas, por si fuese un cáncer de ovario. La sensación de tener el abdomen hinchado, e incluso la posibilidad de palpar una masa en la zona de los ovarios, es propia de tumores que ya han adquirido un tamaño considerable, al menos el de una pelota de tenis. En el abdomen, sobre todo si la mujer tiene sobrepeso u obesidad, se pueden ocultar, pasando desapercibidos, tumores ováricos que pueden llegar a pesar varios kilos. El ovario es una estructura que esta literalmente colgada de las trompas de Falopio y de ligamentos que lo unen a la superficie de la pelvis. A través de esos caminos le llega la sangre por las arterias, imprescindible para que el órgano se oxigene.
Si el tumor es de un tamaño mediano-grande, puede torcerse con los movimientos de la mujer, estrangulando el aporte de sangre y, por tanto, empezando a sufrir de falta de oxígeno, lo que puede producir la muerte de las células del ovario. Cuando empieza esta muerte celular, el ovario empieza a doler. Es un dolor que va aumentando en intensidad, lo que suele motivar la visita a la urgencia. Si el tumor crece mucho y hacia delante, puede ir hacia la vejiga.
Si se limita a empujar su pared, no hay problema. Si la rompiera sí que podría aparecer sangre en la orina, produciendo síntomas de cistitis y tiñendo la sangre de rojo (fenómeno llamado hematuria). Antes de romper la pared vesical, el tumor ovárico puede provocar el aplastamiento de la entrada en la vejiga de uno o de ambos tubos que traen la orina desde los riñones, los uréteres, con lo que esa orina ya no puede expulsarse. Por eso va aumentando la presión en el riñón o en ambos riñones, y se produce una hidronefrosis.
Si no nos damos cuenta a tiempo, podemos perder un riñón o ambos. Si el tumor prefiere crecer hacia atrás, como sus vecinos posteriores son el recto y el sigma, (los tramos finales del intestino grueso, donde se almacenan las heces antes de ser expulsadas por el ano), si el cáncer de ovario les “empuja”, hace que el tránsito de las heces sea más dificultoso, lo que favorece la aparición de estreñimiento.
Ya hemos visto los síntomas que puede producir un cáncer en el ovario. Pero ¿qué pasa cuando el tumor se escapa del órgano, Ya sea directamente, al verter sus células al peritoneo, Ya sea a través del sistema linfático, O ya sea a través de la sangre? ¡Vamos a verlo! Cuando el tumor ya está fuera del ovario puede deberse a que ha seguido tres caminos distintos: El tumor rompe la membrana peritoneal y se disemina por todo el abdomen.
El tumor se escapa a través de los vasos linfáticos O el tumor entra en la sangre. ¡Vamos a ver a dónde le conduce cada uno de estos tres caminos! El cáncer de ovario puede diseminarse por la cavidad peritoneal, una cavidad virtual tapizada por el peritoneo que permite el movimiento sin fricción de las vísceras abdominales. Si las células del cáncer de ovario se vierten a la cavidad peritoneal directamente debido a que el tumor ha crecido y ha roto el peritoneo que recubre al ovario, estas células cancerosas se ponen a “nadar” y se pueden establecer en cualquier lugar del abdomen. Se formarán grupos de células que crecerán y que pueden dar síntomas de peritonitis con dolor abdominal difuso, o incluso provocar el cese del tránsito por el intestino delgado al comprimir el tubo desde fuera. Pueden colonizar el hígado por fuera, irritando la cápsula que lo envuelve y provocando un dolor localizado en la parte superior derecha del abdomen.
El cáncer de ovario puede salir del útero hacia las cadenas linfáticas de la pelvis. Estos ganglios llenos de células tumorales no suelen provocar síntomas. Muy poco frecuentemente, cuando hay una gran afectación de los ganglios, sobre todo de un lado de la pelvis, puede verse interrumpida la subida de líquido linfático por los vasos y ganglios, con lo que estos líquidos se quedan en la pierna, que irá aumentando de grosor. Es lo que se llama linfedema. Cuando el cáncer rompe un vaso sanguíneo cercano al tumor y accede a la sangre, las células tumorales viajan por todo el organismo. En sitios donde, debido a sus condiciones especiales, les guste quedarse a vivir, dichas células salen del vaso sanguíneo y se establecen, creciendo y multiplicándose. En el caso del cáncer de ovario los sitios más frecuentes donde aparecen metástasis son: Cuando las células del cáncer de ovario se establecen dentro del hígado, al que han llegado por vía sanguínea, empiezan a crecer desordenadamente y empiezan a aplastar sus células Si las rompen, el contenido de estas células del hígado, que son las transaminasas, se van a verter a la sangre, con lo que aumentarán sus cifras (lo detectaremos al hacernos una analítica de sangre).
Si las metástasis comprimen los pequeños canales que, dentro del hígado, conducen la bilis, puede que aumente la cifra de bilirrubina en la sangre y nos pongamos amarillos (fenómeno que se llama ictericia). Cuando las células tumorales se quedan a vivir dentro de los pulmones suelen hacer grupos separados, apareciendo con el tiempo múltiples metástasis, que crecerán paulatinamente. Si anulan suficientemente la función del pulmón pueden ocasionar dificultad para respirar (síntoma denominado “disnea”). Si tocan algún tubo respiratorio (los bronquios o sus ramas), los irritarán, produciendo una tos seca muy molesta, que es difícil de aliviar. Si se sitúan cerca de un vaso sanguíneo, pueden romperlo, manando un poco de sangre con esa tos. Si las células tumorales crecen dentro del hueso, cuando la metástasis se hace muy grande puede romper la capa que lo recubre y que tiene mucha sensibilidad: el periostio, con lo cual se producirá dolor. Este crecimiento compromete la solidez del hueso y, sobre todo si es un hueso que tiene que cargar peso, puede llegar a romperse.
Un caso concreto de metástasis óseas se produce al afectarse las vértebras. Puede aparecer un dolor de espalda, e incluso, al romperse la vértebra, puede producir síntomas neurológicos que se engloban en el síndrome de compresión medular, que es una urgencia oncológica. Como ven, el cáncer de ovario puede ocasionar la aparición de muchos signos y síntomas. ¡Vamos a resumirlos para que nos queden muy claros! Los síntomas que puede producir el cáncer de ovario son: En el propio ovario: Lo más frecuente es que se diagnostique en una ecografía hecha en la consulta del ginecólogo. También es frecuente la presencia de hinchazón en el abdomen, e incluso la mujer puede palparse un bulto interno. Con menos frecuencia se puede dar: Un dolor fuerte y progresivo cuando se nos torsiona el ovario con el tumor, cistitis, o sangre en la orina, si infiltra la vejiga, hidronefrosis, por aplastamiento de un uréter o estreñimiento crónico progresivo, si el tumor crece hacia atrás En las regiones de drenaje linfático lo más frecuente es que no produzca ningún síntoma.
Con menos frecuencia puede aparecer un linfedema, de una o de ambas piernas. En el resto del cuerpo: Si se produce la rotura del peritoneo y se disemina por todo el abdomen, puede producir dolor tipo peritonitis, O dolor en la zona del hígado, O incluso suboclusión u obstrucción intestinal. Si se disemina por la sangre, lo más frecuente son: el aumento de transaminasas o ictericia si está afectado el hígado; la tos, hemoptisis o disnea si las metástasis son pulmonares; o los dolores óseos o fracturas si hay afectación de los huesos Es muy importante conocer los síntomas del cáncer de ovario. No se olvide de llevar a cabo las medidas de diagnóstico precoz de este tumor que le prescriba su médico..
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